Hoy cumple 299 años de su
fundación por el abuelo de Bolívar
Oldman Botello
Los
poetas le cantaron al pueblo. Aquiles Nazoa dijo: “Para mi gusto (Villa de
Cura) sigue siendo el más gentil de Aragua y el más bonito”; José Antonio De
Armas Chitty afirmó: “Villa de Cura o la historia como confidente”; y Lucas
Guillermo Castillo Lara: “Clara Villa de la luz de oro”. Todos tuvieron una
palabra de admiración por la gente y el paisaje.
Sabana de Villa de Cura frente al cerro El Vigía o La Iguana, a la altura del antiguo camino hacia San Francisco de Asís y Los Colorados (Foto Avril. El Cojo Ilustrado) |
Plaza Miranda, Av. Norte. Villa de Cura en 1903. Foto Henrique Avril. |
Esa Villa se llamó y se llama San Luis de
Cura, Villa de Cura o simplemente La Villa, como la nombramos, confianzudos,
sus hijos y unos agregdos más.
El 6 de marzo de 1717, don Juan de Bolívar y
Villegas, a secas, solicita al Gobernador de la provincia de Venezuela, don
Marcos Francisco Betancourt Castro-Botello, canario, autorización para fundar
una villa de españoles a sus expensas, con el nombre de San Luis, en homenaje
al príncipe Luis, heredero de la corona española, quien luego sería rey, muy
joven, con el nombre de Luis I, pero por poco tiempo y finalmente murió de corta
edad. Su padre, Felipe V (el actual rey de España es Felipe VI y es de su
descendencia) reasumió la corona que había abdicado en su hijo. El 19 de julio
de 1717 dio su aprobación el gobernador isleño y comenzó la andadura del pueblo
que está cumpliendo 299 años.
El cura de Cagua se opuso tenazmente a la fundación porque restaba parte de su territorio parroquial y menguaba su dinero. Se mantuvo la querella hasta febrero de 1719 cuando la jerarquía eclesiástica caraqueña le ordenó no perturbar la fundación o de lo contrario sería excomulgado y debía cancelar una multa de quinientos pesos. Se quedó tranquilo El 25 de mayo de 1722 el rey Felipe V ratificó la fundación del pueblo que ya era parroquia eclesiástica desde 1718 y aceptó el nombre de su hijo para el pueblo.
Iglesia Matriz de Villa de Cura, data del siglo XVIII aunque su frente es de los ochenta del siglo XIX, de estilo neoclàsico; la foto con sus faroles es de los años treinta. (Archivo O. B.) |
El cura de Cagua se opuso tenazmente a la fundación porque restaba parte de su territorio parroquial y menguaba su dinero. Se mantuvo la querella hasta febrero de 1719 cuando la jerarquía eclesiástica caraqueña le ordenó no perturbar la fundación o de lo contrario sería excomulgado y debía cancelar una multa de quinientos pesos. Se quedó tranquilo El 25 de mayo de 1722 el rey Felipe V ratificó la fundación del pueblo que ya era parroquia eclesiástica desde 1718 y aceptó el nombre de su hijo para el pueblo.
A Villa de Cura la visitaron distinguidos
personajes en los siglos XVIII y XIX, como monseñor Mariano Martí, el Obispo
viajero; José Luis de Cisneros, Alejandro de Humboldt en 1800: los exploradores
Pal Rosti, Sievers, la hermosa francesita Jenny de Tallenay que vino de turista
y era hija del diplomático francés acreditado en Caracas; le dedicó bonitas
páginas en su libro Souvenirs de
Venezuela; Miguel Tejera, que vivió varios años en La Villa en la década
del 1870, y la describió muy bien en su libro Venezuela pintoresca e ilustrada.
Aquí vivió, en el barrio Curita (final este de la actual calle Páez), el pintor
Pedro Castillo, que muy joven decoró parte de la Casa del Santo, perteneciente
a la familia de los Ríos y ya adulto pintó los murales de la Casa Páez en
Valencia, teniendo a su lado al general José Antonio Páez quien le iba
explicando el desenlace de cada batalla donde participó y Castillo la plasmaba
en el fresco. Pedro Castillo fue el abuelo del pintor Arturo Michelena. De
casta le viene al galgo.
Escuela Arìstides Rojas recièn construida y a a la izquierda el primer estadium de Villa de Cura, el San Luis (Foto Pedro Lapenta Temponi) |
También la ciudad cumpleañera tuvo entre sus
hijos a numerosos intelectuales. Bastaría nombrar un puñado: el historiador,
ensayista educador y académico de la Historia Augusto Mijares, cuyo nombre
lleva la parroquia cuya capital es el pueblo de Tocorón y que nació en la calle
Páez, frente a la casa donde vivió el poeta Aquiles Nazoa; Cristóbal Benítez,
Rector Magnífico de la Universidad de Los Andes y diplomático; el poeta y
diplomático Julio Morales Lara, aquel que poetizó a nuestra criolla fuente de agua:
“Tinajero, tienes un corazón armonioso; el
agua, que nació en la montaña, se metió como un pájaro en tu jaula”; Rafael
Bolívar Coronado, que también nació en la calle Páez, prolífico escritor y
periodista, autor de la letra de Alma Llanera. Pero dos próceres de la
Independencia nacieron en el campo, Luis Tomás Peraza, en las cercanías del
sector Las Guasduas y fue diputado al Congreso de Angostura y el padre Juan
Antonio Díaz Argote, nacido en la hacienda El Caño, en la salida de Villa de
Cura a Cagua; fue diputado por su pueblo natal al Congreso Constituyente de
1811 y firmó el Acta de Independencia, aunque después abjuró de la autonomía y
se retiró a la Catedral de Caracas donde fue Deán. También fue villacurano el
Dr. Domingo Gallegos, primer médico nacido en Aragua, graduado en España.
Hermosa foto del arco de la Almeda Crespo en 1896 aproximadamenete, en la entrada de Villa de Cura. Al fondo los àrboles de la plaza Bolìvar actual que data de 1930. |
Villa de Cura, fue dos veces capital de
estado, primero en 1881 a 1889 capital del Gran Estado Guzmán Blanco (Aragua,
Guárico, Miranda y Nueva Esparta unidos) y del estado Miranda, con igual territorialidad,
pero entre 1892 y 1898. Desde aquí despacharopn dos personajes que después
fueron Presidentes de la República, Joaquín Crespo e Ignacio Andrade. Fue
villacurano el primer aragüeño Presidente de la República, Manuel María
Echandía, prócer de la Federación, quien ocupó con dos políticos más el
Triunvirato en el Ejecutivo de 1858 previo a la Federación.
Villa de Cura está a las puertas de sus 300
años que celebrará el año próximo, y los 300 años de su parroquia eclesiástica
el 18 de julio de 2018. Quiere decir pues, que la ciudad se apresta a lucir sus
mejores galas para conmemorar las dos efemérides.